El Salmo 51 salmo por excelencia de «El Arrepentimiento» ha sido etiquetado muy acertadamente como: «Guía del pecador», por los consejos, auxilio y consuelo que aporta a todo pecador arrepentido. Es una de las joya más preciadas de todo el Salterio y contiene instrucciones de un valor y contenido doctrinal tan importantes, que ni aún la lengua de los ángeles alcanzaría para hacer justicia a su contenido. Se trata del primer salmo donde aparece la palabra Espíritu aplicada al Espíritu Santo. Es el más conmovedor de todos los Salmos; y con total seguridad uno de los que mejor se me aplica de modo personal. Brota como efusión de un alma dolorida por el sentimiento de una transgresión grave y reciente.
¡Feliz el creyente que siente en su corazón la punzada de dolor que produce la admisión y reconocimiento de su maldad; pues la sinceridad de su arrepentimiento le conducirá a un paz interior efectiva, total y completa! Un Salmo que como recomienda Atanasio de Alejandría [296-373] en uno de sus escritos dirigido a un determinado grupo de cristianos, deberíamos leer con frecuencia periódicamente y recitar cada vez que despertamos inquietos y abrumados por las noches.