La esencia de la enseñanza de Murray en estas lecturas es la profunda convicción de que los hijos de Dios pueden y deben ser santos, no solo en teoría, sino en la experiencia diaria; no de manera legalista, sino con gozo y con fe. Murray le transmite al creyente el conocimiento de cómo ser santo en Cristo, y del papel del Espíritu Santo en nuestra santificación. Sus mensajes resuenan con la maravillosa nueva de que el Señor nos ha llamado a ser participantes de la majestuosa santidad de Dios; que podemos y debemos ser santos, porque Él es santo.