Nadie peca voluntariamente. Lo hacemos porque el pecado nos ofrece algún tipo de promesa de felicidad. Esa promesa nos esclaviza hasta que creemos que Dios es más deseable que la vida misma (Salmo 63: 3). Solamente el poder en las promesas superiores de Dios y del evangelio pueden emancipar nuestros corazones de la esclavitud de las promesas superficiales y placeres efímeros del pecado.
El pastor John Piper muestra la manera de separar esas raíces del pecado que se aferran a nosotros tales como: la ansiedad, el orgullo, la vergüenza, la impaciencia, la avaricia, la amargura, el abatimiento y la lujuria.
Disfrutar de las bondades de las promesas gloriosas del evangelio de Dios nos llevará a una vida menos pecaminosa, es decir, a la gloria de Cristo. Arraigado en una reflexión bíblica sólida, este libro lo guiará entre las batallas y las alegrías de la victoria por el poder del evangelio y su placer superior.