El desafío de la parábola del sembrador.
Si crees que la parábola del sembrador no es más que una insípida historia terrenal con significado celestial, debes reconsiderar. ¡Jesús no hace nada insípido! Entendía en el contexto del reino de los cielos, esta famosa parábola de nuestro Señor ofrece un agradable tónico para los predicadores y oidores fieles de la Palabra de Dios, al mismo tiempo que contrarrestra la intromisión de la cultura de celebridades en el seno de la Iglesia con su promoción de un cristianismo falso.
El desafío del sembrador constituye, entonces, un tratado para nuestros tiempos. Llama a los predicadores de la Palabra a abandonar su frialdad y perseguir el rigor bíblico al hacer discipulado, y a los que oyen la Palabra a considerar a Cristo de nuevo. El reclamo soberando que él hace sobre nuestras vidas no coincide con la destemplanza el cristianismo auténtico, ni con el cristianismo cultural del cristiano profeso, ni con el interés selectivo del no cristiano en Jesús como Salvador, pero no como Señor.
Con el destino eterno de las personas y el testimonio de la Iglesia en juego, la parábola de Jesús merece un estudio personal y grupal, así como ardiente oración pidiendo un avivamiento en nuestras vidas individuales, en nuestras bancas y en nuestros púlpitos.
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