El autor demuestra que los problemas actuales del hombre que son, por cierto, numerosos y complicados se deben solo a que, por desgracia, no quiere aceptar la idea bíblica del yo, sus necesidades y el único camino por el cual puede ser liberado.
Las ideas actuales relacionadas con estos asuntos se muestran totalmente inadecuadas. El hombre moderno aparece controlado por una serie de clichés y prejuicios que le impiden tener una mente clara. Al mismo tiempo, se demuestra que no hay nada más actual y contemporáneo que el histórico mensaje de la Biblia.