Cuando se transformó en un contrabandista de Dios, el intrépido Andrés van der Bijl ya estaba familiarizado con el riesgo. Siendo aún un niño, colaboró con la resistencia holandesa frente a la ocupación nazi; y de joven, luchó con entusiasmo en las Indias Orientales Holandesas, hasta que los horrores de la guerra transformaron su sed de aventuras en una pesadilla de alcohol y desesperación.
Una vez redimido por Dios, se transformó en un audaz mensajero de esperanza, logrando pasar de contrabando las Escrituras a través de fronteras cerradas y colaborando en la formación de los cristianos perseguidos que vivían tras el telón de acero. Hoy, el hermano Andrés y el ministerio de Puertas Abiertas continúan con su labor de hacer brillar la luz de Cristo en los lugares más tenebrosos de la Tierra.