El autor dirige este librito a todos aquellos que han abrazado el Evangelio, pero que, a pesar de entender que "al igual que le agradó a Dios imputar todas sus iniquidades al Salvador, así también Él está dispuesto a considerar como suya toda la justicia del Salvador", se encuentran ensombrecidos y tristes por la imposibilidad de vivir una vida santa y cercana a Dios.