En esta obra, Arthur Pink, ofrece una muy bien estructurada presentación de todos los pactos bíblicos bajo el esquema de "el pacto de obras y el pacto de gracia". En base al primero, el hombre queda a merced de lo que él pueda obrar por sí mismo. En base al último, sin embargo, el hombre depende completamente en lo que Dios obra a su favor. El conjunto de pactos bíblicos se interpretan como administraciones de éste - cada uno revelando y dando entrada a un aspecto nuevo y fundamental de la verdad de forma progresiva, designados para introducir en el tiempo una verdad eterna.
Sobre este fundamento, el autor pasa luego a analizar en profundidad y de forma exhaustiva los pactos adámico, noético, abrahámico, sinaítico, davídico y mesiánico concluyendo con una exposición de Gálatas 4:21-31 (la alegoría de los dos pactos). Vemos en esta obra una clara expresión de aquella máxima antigua de la hermenéutica: "la Escritura se interpreta a sí misma".