El temblor de William se convirtió en escalofríos y casteñeo de dientes. Ya no sentía los dedos de los pies, el agua estaba congelada. Él temía que si el frío seguía acometiendo mucho más, podría conseguir lo que los indígenas habían intentado: matarles a todos.
Criado en un pequeña localidad inglesa, William Bradford vivió en un tiempo de agitación y oportunidad. Con un grupo de separatistas, huyó de Inglaterra para iniciar una nueva vida en Holanda y finalmente zarpar en el Mayflower para emprender un viaje a través del océano Atlántico.
El Nuevo Mundo era una tierra prometía libertad y posibilidades. No obstante, sus aguas bravas, sus gélidos inviernos, los ataques indígenas, la hambruna y la traición amenazaron la vida se los colonos. Gracias a la visión y liderazgo de William, la colonia de Plymouth perduraría y sus descendientes colocarían la piedra angular de una gran nación (1590-1657).